Contando historias: Bernard Coy y la batalla de Alcatraz

La batalla de Alcatraz fue un episodio notable en la prisión de la isla que llevaba el mismo nombre. Los hechos acabaron con la vida de 3 guardas del penal y otros trece fueron heridos. Vamos, que se podría decir que aquello fue más duro que comerse una ensalada de legos.

Pero hubo unos hechos puntuales que determinaron aquellos actos y que contaban con nombres propios. En el «contando historias» de hoy os presento a Bernard Coy .

Bernard Coy

Bernard Paul Coy tenía una carrera delictiva de primer nivel en su haber. Disfrutaba robando y claro, tarde o temprano, la carcel habría de convertirse en su lugar de referencia. Fue así como en 1937 le trincaron robando un banco y le cayeron 25 añitos de condena, casi nada.

Fue trasladado a Alcatraz en el año 1938, que por aquel entonces era ya como la selección nacional de presos de Estados Unidos. La élite de los barrotes, para que usted me entienda querido lector.

En la isla se hace con un puesto de ordenanza de celda, que viene a ser algo así como un becario carcelario o el chico de las fotocopias, aunque allí no existían en los años 30. Esto le otorga acceso al principal bloque de celdas, algo que posteriormente le sería muy útil.

El plan de huída

El bueno de Bernard se dio cuenta de que los barrotes metálicos de la galería de armas de los guardias estaban débiles y quiso aprovechar la circunstancia. Tardó poco en decírselo a sus compañeros de prisión, concretamente a Joseph Paul Cretzer, Marvin Hubbard, Miran Edgar Thompson, Sam Shockley y Clarence Carnes

Entre todos trazaron un plan que consistía en asaltar dicha galería y retener a los guardias como rehenes tras haberse hecho con las armas. La siguiente fase sería huir en dirección al muelle de la isla para cruzar la bahía de San Francisco y huir de forma definitiva.

La fuga de Alcatraz

La fecha pensada para elaborar la escapada fue el 2 de mayo de 1946. Todo comenzó según lo planeado y rapidamente se hicieron con 9 guardias como rehenes. Pero una pieza fundamental del esquema se les había caído de improvisto.

Uno de los guardias, en contra de las normas estipuladas, se había guardado una llave que les daba, a Bernard y los suyos, la vía de escape por el patio de la prisión. Este contratiempo dilató los minutos en los que se debía desarrollar la escapada. La fuga de Alcatraz comenzaba a fracasar.

La batalla de Alcatraz

Las autoridades no tardaron mucho tiempo en darse cuenta de que algo estaba ocurriendo en la penitenciaría y la prisión quedó más cerrada que el culo de una estatua. Además, advirtieron a los fugitivos de que no se negociaría con ellos de ninguna de las maneras. Bernard y los suyos, como se suele decir, estaban jodidos. Acababa de comenzar la batalla de Alcatraz.

Ante estas negativas por parte de la autoridad, los «casi fugados» se lo tomaron por las malas y dijeron que ellos tampoco entregarían ni sus armas, ni a los rehenes. De esta manera la trifulca estaba servida y los hechos comenzaron a deteriorarse de forma considerable.

Aun así, varios de los fugados volvieron a sus celdas en vista de que tenían menos posibilidades que un submarino descapotable. Por otra parte, Bernard Coy y otros dos presos, se quedaron para jugar a los disparitos. Para empezar consiguieron repeler un intento de ataque por parte de un escuadron de guardias que pretendían capturarlos.

El final de la batalla de Alcatraz

Aunque los guardias tuvieron que retroceder, es verdad que consiguieron liberar a los rehenes en el ataque. Esto dejaba vía libre para que el alcaide insertara en prisión a un pelotón de marines que tenían una base cercana y que poseían cierta experiencia durante la segunda guerra mundial.

Los infantes de marina entraron en prisión haciendo de las suyas y emplearon para el asalto ametralladoras, morteros y granadas. Por otra parte, un escuadrón de guardias también les apoyaría imprimiéndole más fuego y más munición al asunto. Bernard y sus amigos, atrapados ahora en una ratonera, lo tenían más difícil que atar un pedo a un hilo.

La ensalada de tiros fue considerable y dejaron aquello como para barrer y fregar después. Dós días más tarde, el 4 de mayo exactamente, mismo día que tuvo lugar el asalto, fueron encontrados los cadáveres de Coy, Cretzer y Hubbard debajo de los escombros.

Los que se volvieron a la celda no tuvieron mejor suerte, salvo Carnes que recibió dos cadenas perpetuas y fue puesto en libertad en 1973. Thompson y Shockley fueron condenados y ejecutados por estar involucrados en la muerte de dos de los guardias. Para eso podrían haberse quedado, digo yo, pero no podían saberlo. Cosas de la vida, las que te pasan cuando el cuerpo te pide ser delincuente.

Sed felices 😉

Deja un comentario